En este caso es fácil de ver el espacio del vacío, son las flores que hubo y no hay por la mangancia del ciudadano incívico, unos huecos que gritan la bajeza de un espíritu individual que pasa del colectivo, el hurto de la ilusión por hacer de nuestro espacio público un lugar hermoso y querido. Ya le llega a Ourense con las numerosas pintadas sobre todo tipo de superficie, sea un muro destartalado o tabique de obra igual que la piedra de siglos o la más actual que cubre viviendas de lujo. No importa, el caso es manchar, se trata de la rebeldía estúpida y necia que no se subleva donde y cuando lo hay que hacer y frente a quien corresponda sino lo hace contra los habitantes de su tiempo y lugar a los que solo les queda, a veces, el pasear entre potencial decencia; hasta esto, un pasear sencillo, le roba al vecino el imbécil que sisa unas flores de pascua. La educación en valores cívicos amén de normas básicas sociales es tan apremiante como que nos bajen de precio la luz.