Yo estoy alucinado de que nos tomen por idiotas casi todos los que ostentan el poder de alguna manera. Es como si éstos creyesen, estuvieran convencidos de que han llegado a cargos muy importantes del Estado por méritos propios únicamente y no por favoritismos de amigos y circunstancias puntuales que vienen dadas como cartas en el juego de la vida, naipes que reparte el destino de forma gratuita que nadie explica. Este hecho de llegar a la cúpula del poder, a alguno, o mejor dicho a muchos les borra de su memoria aquello que contradice esta cómoda silla donde sientan sus posaderas, como es el caso en el punto XI del último código ético de Podemos, donde manifiesta el compromiso de “renuncia al cargo público, al cargo interno o a cualquier candidatura a dichos cargos en caso de ser procesado o condenado por las faltas o los delitos” que “en cualquier caso incluirá siempre los delitos de corrupción”.
Hoy hemos sabido de tres nombramientos de personas condenadas por la Justicia que por toda la cara nos restriega a los ciudadanos esta casta nueva que no reconoce estar ya podrida. Se puede discutir de ideas, pero no del aprovechamiento personal que está haciendo una camarilla de amigos del momento que en suerte les está tocando vivir en política. Pero si ya estábamos hasta los güevos de ciertos chupócteros tradicionales de izquierda a derecha, socialistas o populares, ahora han llegado vestidos de ovejas otros lobos que nos comen a bocados de desesperanza y tristeza. Y van de progres ¡joder, qué tropa! Lo siento un montón por los amigos de Podemos que creyeron en esta alternativa clara y limpia, pero manchan demasiado como para no ver que está sucia y corrompida.