Estar en las redes no es ya una insondable pérdida de tiempo y un camino franco hacia la nulidad. Es que es inmoral.
(Redes) El Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Tokio hizo saber en su Guía de Alojamiento y estancia a los atletas, periodistas y personal subalterno lo siguiente: «Durante tu participación en los Juegos, el pueblo de Japón estará muy atento a cada uno de tus pasos y, en el improbable caso de que se sospeche [¡!] o se descubra que estás incumpliendo las reglas, puedes ser fotografiado por testigos y ser denunciado en las redes sociales». Hay que felicitar a las autoridades y al pueblo japonés muy solemnemente. Nadie ha definido mejor, exaltándola, la función social de las redes: seguimiento, vigilancia, denuncia y escarnio. Estar en ellas no es ya una insondable pérdida de tiempo y un camino franco hacia la nulidad. Es que es inmoral.
(Muy grave) Esta ley de memoria de los vencidos que el Gobierno ha presentado con el título incomprensible de Memoria Democrática -copia empeorada del Memorial Democràtic catalán- incluye un artículo donde se detallan sus infracciones. Este es el último punto de las «muy graves»: «Las convocatorias de actos, campañas de divulgación o publicidad que por cualquier medio de comunicación pública, en forma escrita o verbal, en sus elementos sonoros o en sus imágenes sean contrarias a la normativa sobre memoria democrática, inciten a la exaltación de la Guerra o de la Dictadura, cuando entrañe descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas o de sus familiares».
Dos apreciaciones léxicas. Exaltación parece una palabra muy esmaltada, pero puede consistir en «realzar el mérito», como recoge el Diccionario. Y ante el juez se usan mucho los diccionarios. Más que el uso, en ocasiones. Víctimas es una palabra de amplio espectro. También en la gran tragedia española. Pero la ley, como deja entrever el adjetivo democrática, solo se ocupa de las víctimas vencidas. Un fascista asesinado no es un sujeto que interese a esta ley. Tampoco su familia.
Es plausible que esta ley considere víctima a Francisco Largo Caballero. Perdió la guerra. Marchó al exilio. Y además fue internado en Sachsenhausen, un campo de concentración nazi, liberado por los rusos, del que salió en 1945 para morir en París un año después. Imaginemos sin gran esfuerzo que en alguna ciudad de España se quiera rendir algún homenaje a Largo, en forma de calle o monumento. Y que algún grupo de vecinos se organiza para que el homenaje no se materialice. Una campaña de divulgación, exactamente. Lo primero que dicen los vecinos es que a Largo le llamaban el Lenin español y que la característica dominante en Lenin es que fue un asesino de masas. Pero luego pasan a la documentación.
Esta crónica, por ejemplo, de El Socialista -cortesía de Sergio Campos-, publicada el 9 de noviembre de 1933, diez días antes de que las derechas ganaran las elecciones, gracias, sobre todo, al voto primerizo de las mujeres. Esa noche el presidente del Psoe hablaba en Don Benito, un pueblo extremeño. Va una antología de lo que -y dios me perdone- Largo largó:
«Se nos ataca porque vamos contra la propiedad. Efectivamente. No ocultamos nuestro pensamiento. Vamos a echar abajo el régimen de propiedad privada».
«Tardaremos más o menos, pero no ocultamos que vamos hacia la revolución social. ¿Cómo? (Una voz del público: Como en Rusia.) No nos asusta eso. Vamos, repito, hacia la revolución social. Y yo digo que la burguesía no aceptará una expropiación legal. Habrá que expropiarla por la violencia. (Ovación)».
«Vamos legalmente hacia la evolución de la sociedad. Pero si no queréis, haremos la revolución violentamente. (Gran ovación). Esto, dirán los enemigos, es excitar a la guerra civil. Pongámonos en la realidad. Hay una guerra civil. ¿Qué es sino la lucha que se desarrolla todos los días entre patronos y obreros? Estamos en plena guerra civil. No nos ceguemos, camaradas. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o por desgracia, tendrá inexorablemente que tomar».
«Tenemos que luchar como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee, no una bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución socialista».
Hasta aquí, Largo en Don Benito. No tiene nada que ver con esta ley, que solo se ocupa, insisto, de los vencidos, pero siento que la instrucción general necesita un paréntesis de simetría antes de continuar. Así había hablado José María Gil Robles, el líder de las derechas, unos pocos días antes en el cine Monumental de Madrid:
«Hay que ir a un Estado nuevo, y para ello se imponen deberes y sacrificios. ¡Qué importa que nos cueste hasta derramar sangre! Para eso nada de contubernios. No necesitamos el Poder con contubernios de nadie. Necesitamos el Poder íntegro, y eso es lo que pedimos […] Para realizar este ideal no vamos a detenernos en formas arcaicas. La democracia no es para nosotros un fin, sino un medio para ir a la conquista de un Estado nuevo. Llegado el momento, el Parlamento, o se somete, o le haremos desaparecer».
Vuelvo al presidente del socialismo español. El presidente del socialismo español. Y a esa imaginaria campaña organizada para que no tenga su homenaje en piedra. Un domingo al mediodía los impulsores organizan un acto. Y uno de los oradores concluye, después de citar al Largo de Don Benito y de otros muchos lugares: «Franco evitó que España cayera en manos del comunismo».
Es decir, exaltación de la Guerra y descrédito de las víctimas. Infracción muy grave cuya sanción puede llegar a los 150 mil euros.
(Estrógenos) Este tebeo Mare of Easttown, en Hbo. Pulcro y entretenido y Kate Winslet cumpliendo con lo que se espera. Y prolijo como es la norma contemporánea. La testosterona es tan escasa que estoy a un tris de cometer spoiler. Es la otra norma contemporánea. La cuestión es hasta cuándo durará esta sobredosis exaltante de estrógenos. Hace décadas que el héroe testo da más risa que otra cosa. Comprendo que haya de pasar un tiempo hasta que muramos de risa con las heroínas estro. Pero ahora todo va muy rápido. Aceleren, pues. Las narrativas necesitan esto que vi ayer al pasar una camiseta con tetas: Don’t make a drama out of your dramas. El olor a mujer empieza a ser asfixiante. Yo me di cuenta de que los homosexuales existían realmente cuando un amigo me dijo: «Es que eso que tienen ahí abajo las mujeres, uf, qué complicación y qué miedo meterse», y no dijo asco porque ya estaba su mueca. «Nosotros en cambio, todo lo tenemos fuera, al aire, claro y limpio». Cuando recuperé el habla le dije que justamente por esos pliegues infinitos me gustaban a mí -y añadí «enloquecidamente» para no rebajarme- las mujeres. Pero ahora temo la saturación. Ayer, a medianoche, cuando acabó el último capítulo, salí a la ventana a respirar el improbable aire fresco y luego amenizando las últimas abluciones puse a sonar La toalla mojada, más que por la Chichi Toyufa en sí, por el ambiente espeso de varones, joder.
(Colau) El imbatible desaliento cognitivo del segundo problema de la ciudad de Barcelona (dato estadístico que suministra el propio Ayuntamiento), esta mujer, que no entiende que cuanto más pequeño ponga el retrato del Rey más lo exaltará y lo hará visible, como así sucede desde que ocupa la Alcaldía con su propia e inmensa pequeñez.
(Ganado el 24 de julio, a las 12:47, 53 lpm, 35,6º, vacunado con vector ChAdOx1 [Oxford/AstraZeneca], lote 210092, segunda dosis).