Santiago Lamas
La nave de treinta remos en que con los mancebos navegó Teseo y volvió salvo, la conservaron los atenienses hasta la edad de Demetrio Falereo, quitando la madera gastada y poniendo y entretejiendo madera nueva; de manera que esto dio materia a los filósofos para el argumento que llaman aumentativo, y que sirve para los dos extremos, tomando por ejemplo esta nave, y probando unos que era la misma, y otros que no lo era….
Plutraco Vidas Paralelas. Teseo-Rómulo. Tomo I
En la primera página de su libro escribe Alicia Martínez: Toda nuestra vida podría girar en torno a una única e incómoda pregunta: ¿quien soy yo?. La pregunta como se ve en Plutarco, es antigua y los intentos de responderla, han sido tan numerosos como no demasiado exitosos en los siglos que siguieron. Hoy esa pregunta intenta responderse desde las neurociencias sin que la filosofía, occidental y oriental, (en su sentido más amplio) haya abandonado el campo pues es desde la filosofía desde donde se formulan aun hoy, las preguntas sobre nuestra identidad que la neurociencia estudiará.
Dos citas más vienen al caso. La primera, desde el campo de la neurociencia, es del libro Conocer del neurofisiólogo chileno ya fallecido Francisco Varela:
El sí mismo y la naturaleza se desplazan en el tiempo como una pareja de bailarines. En Occidente aun no se ha escrito la historia natural del conocimiento del sí-mismo.
La segunda, desde el borroso campo de las humanidades, es de Cioran:
Yo soy diferente a todas mis sensaciones. No logro comprender cómo. No logro ni siquiera comprender “quien” las experimenta. Y por cierto. ¿ Quien es ese “Yo” del comienzo de mi proposición.
Alicia Martínez propone que la consciencia podría ser el punto desde donde responder a esa insistente pregunta por la identidad pero la conciencia y el Yo se han revelado tanto o más elusivos que el de la identidad. Para los que, como Alicia o yo mismo, hemos asistido a la prolongada despedida de sí misma y de nosotros de un familiar con Alzheimer, reflexionar sobre la identidad no es una cuestión académica. Es algo perturbador que exige respuestas que la ciencia o la filosofía aun no tienen y que es probable que nunca consigan plenamente. En tanto, al modo de una consolación ciceroniana, exploramos las nuevas cartografías de esa identidad allí donde nos lleve nuestra búsqueda.
Por eso, en este libro de Alicia Martínez no falta casi nadie de los que se han acercado a estos elusivos asuntos. Se trate de Damasio, de Edelman, de Chalmers, de Maturana y Varela, de Krish… Todos han sido convocados. Tampoco faltan las entrevistas con expertos, si se puede hablar de expertos en asuntos como estos, que responden desde sus propios campos de estudio (teólogos, neurólogos, filólogos…).
Hay otras dolencias más limitadas que el «adiós» del Alzheimer que neurólogos como Oliver Sacks o Ramachandran, han recuperado de los tratados clínicos o de sus pacientes para que puedan aportar algo de luz a este enigma de la conciencia y la identidad. Pacientes que afirman que su pierna paralizada no es suya; que ignoran un lado de su cuerpo y del espacio; que aseguran ser inmortales o estar muertos; que viven con una mano ajena que escapa a su voluntad; que afirman que sus pensamientos no son suyos… Ni siquiera es necesario ir a la patología. A todos se nos ocurren ideas de las que ignoramos su fuente. !Que cosas se me vienen a la cabeza” solemos decir en estos casos. Son ocurrencias, ideas que nos vienen de repente a la imaginación como las definía Covarrubias en su diccionario. Pero…¿De donde?.
Estas ocurrencias de las que ignoramos su procedencia, fueron llamadas a veces musas, a veces inspiración a veces inconsciente pero al menos en la modernidad y en la normalidad reconocemos que ese escondido manantial es nuestro. Hay excepciones sin embargo. Conviene diferenciar como hacen la neurofenomenología entre autoría (agency) y pertenencia (ownership)[1] . Por autoría se entiende el sentimiento de que yo soy el autor, la causa o el origen, del pensamiento o del movimiento, (yo soy la causa o el autor del movimiento). Por pertenencia, el sentimiento de que soy yo quien experimenta el pensamiento o el movimiento(es mi cuerpo el que se está moviendo)[2]. Normalmente autoría y pertenencia están unidas y nos proporcionan ese sentimiento unificado de ser un Yo único que piensa y actúa pero pueden disociarse en algunos casos. La provocación de un reflejo rotuliano, los movimientos coreicos o discinéticos, o los provocados mediante estimulación magnética transcraneal, son considerados como pertenecientes a él mismo por quien se ve afectado por ellos pero no causados por el mismo. Si alguien me empuja por detrás yo sé que el movimiento que afecta a mi cuerpo me pertenece pero sé también que no soy el autor del mismo. Los pacientes con ideas obsesivas reconocen la pertenencia de esas ideas pero no su autoría y en la esquizofrenia, al menos en algunos de sus síntomas, como en la inserción de pensamientos, hay pérdida del sentido de autoría mientras se mantiene el de pertenencia.
Pero hay algo más. Ahora que la ciencia ha prolongado, no la vida, como dice Pascal Bruckner, sino la vejez y todos conocemos de primera mano como el Alzheimer hace que ese yo consciente se vaya desvaneciendo y se lleve con él la memoria que nos hace quien somos, ese mismo proceso, dice Alicia, hace aparecer una “presencia” que no puede ser entendida con la lógica de la ciencia sino de la espiritualidad. Para entender esa presencia Alicia invoca al Oriente filosófico y religioso con tanta erudición como en sus indagaciones en la neurociencia.
Algunos encontrarán en este libro muchas preguntas y algunas respuestas que pueden afrontarse al modo ilustrado. Otros, sobre todo si han sufrido pérdidas y despedidas, presencias. No es poca cosa.
[1] Aunque no se ajustan con exactitud a su significado en su idioma original, no he encontrado una traducción mas ajustada para estos dos términos ingleses que los aquí propuestos. Podría usarse “sentimiento de agencia” de modo alternativo.
[2] Gallagher.S. Sense of agency and high order cognition: levels of explanation for schizophrenia. Cognitive Semiotics. 2 2003.