Un pueblo que llama especuladores a una familia víctima de la desfeita que salta a la vista es un pueblo injusto. Ese mismo pueblo que consintió que se levantara una primera monstruosidad urbanística haciendo medianera con el “bien” que tanto ahora interesa, y que por mor de barrenos y otras fuerzas constructivas (estas sí especuladoras y desproporcionadas) se vio afectado tan severamente como para echar de su propia casa a su principal habitante, es un pueblo ignorante o hipócrita. Y si ese pueblo, además, permitió otra segunda construcción que nadie acabó, ¿por qué?, pero fue algo tan fallido como se ve tan claro en la fotografía, la verdad es que no tiene moralmente mucho que decir al respecto. Es tan esperpéntico el tema que si no fuera porque hay víctimas personales directas nos podríamos reír un rato de como quiere el pueblo para sí lo que tiene dueño, pero sin querer aportar ni un euro de su peculio particular. ¡Qué fácil es reclamar para todos lo que es propiedad privada!, pero propiedad privada de otro, claro está. La cosa debería estar fácil, darle valor económico al valor patrimonial que dicen que tiene, justiprecio que debiera compensar a los damnificados de esta kafkiana experiencia sufrida a lo largo de casi treinta años.