La LOMLOE o ley Celaá ha maltraído confusión y división a la educación. Maltraído porque estamos en estado de alarma en España, y esto debería significar que todo aquello que hay que legislar pero no es urgente puede esperar a que la discusión y debate enriquezca la ley de que se trate, máxime si va de Educación donde el cambio de la ley es permanente a cada cambio de gobierno. Estos dirigentes que se creen dioses van a lo suyo sin importarle el resto. Pues bien, una de las cuestiones que más polvareda levantó de esta ley fue el tema de que el castellano deja de ser lengua vehicular en toda España; la consecuencia, en comunidades con lengua cooficial, si tenemos en cuenta las mentalidades como la de la coordinadora de la Red de Dinamización Lingüística de Galicia será algo imaginable a una demonización a todo aquel que no hable la cooficial distinta a la que ellos deciden que es la suya: “Claro que hay gente que no habla gallego y no se entiende. Hoy en día ninguna persona culta debería atreverse a hablar en público en castellano, porque sería contra nosotros mismos y contra lo nuestro”. Este creer que lo suyo es lo nuestro, y lo propio es de mayor valor que otro propio que es común a muchos es propio de aquellos que se creen por encima de los demás que no sienten como ellos. Pues que hable en galego Alberto Núñez que yo hablaré en lo que me salga de dentro, por no decir de los huevos, que queda feo.
Claro que en torno a la lengua hay un negocio, industria, empleo, ayudas y subvenciones, que en su momento llevó a tener en almacenes un depósito de libros comprados por la Xunta de Galicia en torno a tres millones, millones multiplicados por su precio tirados a la basura, contra la ecología por el consumo de papel y su quema respectiva (la quema, me la imagino), simplemente por ser libros en gallego. La realidad es que ni dios quiere leer en gallego, entre otras cosas por la antipatía que provocan sus fervientes defensores, que van de cultos y miran por encima del hombro a quien no piensa como ellos. Hoy también, un buen galeguista moderado como Alfonso Monxardín escribe un artículo del que discrepo en su visión del uso de las distintas lenguas en el colegio: “Así, efectivamente, o castelán debe ser lingua instrumental en Galicia. Na materia de lingua castelá porque é a dominante inercialmente e non precisa especiais promocións. E dúas ou tres máis materias poderían ser en inglés; e o resto, por suposto, en galego”. Igual que lo que piensa la Xunta de Galicia. O sea que como el castellano es la dominante y no precisa especiales promociones la dejamos residual en la enseñanza para reforzar las otras, el que tiene en el castellano su lengua propia (la materna, la que adquiere de la voz de su madre cuando chupa de sus tetas, por ejemplo) debe, por cojones de la falta de libertad, estudiar en inglés y en gallego, con lo que ello debe dificultar la adquisición del conocimiento. Pero, lo primero, antes que la enseñanza misma, es la ideología ¿verdad? Como me aburre.