Y es que una cosa es sacar terrazas a la calle para que los negocios de hostelería puedan facturar dos duros y que los ciudadanos oprimidos por el virus de la posibilidad de tomarse un café o cerveza fuera de casa, y otra muy distinta es montar terrazas peceras muy confortables para no pasar frío, porque en el segundo caso nos advierten grandes expertos del mundo que el coronavirus se mueve como un pez dentro. O sea que no nos pasemos de listos debido a nuestra tendencia natural a subirnos a la chepa de algo o alguien y por mor de esa confianza imbécil volver a las andadas, que ya son más arrodilladas.