Comienzo por lo más contradictorio. NO me extraña la foto, donde se insinúa una oración del entrenador de fútbol del PSG, Thomas Tuchel. Y es que siento gran satisfacción por las derrotas de los equipos españoles que podían ganar este año la Copa de Europa de fútbol. No, no es porque no les tenga más simpatías que a los otros equipos extranjeros que la juegan, no, que va; la cosa pasa por ver hoy las imágenes de celebración en las calles de París por los inconscientes seguidores del que ya es finalista de la competición, el PSG. Peores que animales en celo detrás de la alegría sin importarle un comino la crisis de contagios que vivimos. Al ser humano nos falta algo, que vengan antropólogos, psicólogos, pisquiatras a explicarlo, uno, dos o más tornillos que nos hagan más razonables y dueños de nuestras pasiones. Me alegro, pues, de que no sea un lugar de España el que concentre el día de la victoria a una masa ingente en distintas ciudades que con abrazos y sin mascarillas propaguen el virus más de lo que ya lo está. Por cierto, otra vez nos ponemos al frente de todos los países en mayor número de contagios, y es que no hay manera de reconducirnos, y bueno, esto lo dejamos para otro momento, habrá que discutir sobre el Estado fallido de las Autonomías, por muchos Feijóos que vivan en ellas mejor que peces en ríos revueltos.
De Feijóo, Casado y Cayetana, hay que decir qué legión de pelotas tiene un partido como el Popular. Todos cierran filas ante la decisión de un Presidente que ha demostrado ser mas pelele ahora de lo que se había insinuado antes. Vuelven los populares a entregarse al centrismo como si este espacio tuviera principios o líneas programáticas claras que no sean las de conseguir un perfecto equilibrio entre la nada y la apariencia, siempre con el mismo objetivo, el de mantenerse en el poder donde viven casi a cuerpo de rey emérito. Que crecerá Vox no cabe duda, porque extrapolar el voto útil conseguido por Feijóo en Galicia al resto de España es no querer medir la falta de estructura y liderazgo que tiene Abascal en nuestra tierra con el altavoz y representación clara que sí poseen a nivel nacional. Independientemente de las ideas, lo que embarra el pensamiento político mínimo es el protagonismo de estos lideres que no lo son sino de partidos donde el caso es jugar a la pelota mejor que el compañero para situarse como delantero centro. La traición de Casado está provocada por la miopía que le provocó el triunfo de Feijóo, que si no quiso torear en la plaza nacional ¿por qué se mete hasta la cocina de su dirección?.
Por estos casos y muchos más que nos informa hoy el periódico, cada día podemos coger el ochenta por ciento de las noticias, cada día soy más agnóstico, comenzando por mi sociedad y los humanos que la conformamos.