Ayer fue un día de respiro. Porque hubo que salir de Ourense hacia un lugar donde hay horizonte. Un horizonte de agua y cielo que aquí no tenemos. Salí de Ourense rumbo Playa América. Y allí una persona esperándome para un café juntos. Entre conversación y un solo incipiente costó coger el coche para ir a recoger a una mujer a Valladares. Allí otros amigos para un ratito de sencillo saludo pero suficiente para vernos vivos, estamos ahí. Y Julio que nos invita a comer a su casa. La casa, desde ella pareces estar sobrevolando la ciudad, este Vigo que va haciéndose cada día mayor ciudad, no la que más mayores tiene proporcionalmente y subiendo, aquí el rey es Ourense. Una vista de pájaro que cautiva, como si fueras un Corcovado gallego. Julio me cuenta, y me cuenta lo que no me extraña. Lo siento pero el periodismo actual es así, Julio, la empresa económica es lo primero, lo segundo y tercero, cuarto quinto y decimotercero, la profesionalidad y ética para amador revisada hacia adultos. Pues va a ser que otra sorpresa más en la colaboración de uno de los grandes del diario donde ya no va a escribir más. La comida exquisita y la prisa interrumpe una velada que debería continuar todo el día.
María Mendoza espera con su piano. Por cierto, qué curiosidad advierto en la pagina de La Región donde salen 4 fotos de los actos del día, en tres mencionando los lugares donde se desarrollaron, en una, la de elcercano, sustituyendo el cercano por el término más amplio de ciudad ¿será que somos, en el fondo, tan grandes? Qué va, la cosa va de simpatías, o antipatías por mucho que las sonrisas en la calle confundan a las lágrimas de pena de una realidad distinta. ¿Por qué será que recibo un mensaje de amigo donde adjunta esta fotografía ¿por qué será? que diría la canción.
¡Joder, imposible!, ¿una cucaracha en La Central a la vista de la clientela?; el mismo Julio Dorado me lo dijo y fotografió al bicho, que no era ningún Gregorio Samsa como podían deducir de este estilo críptico que me ha poseído hoy los malpensados. Pues si es así, ya ven, limpio por fuera y sucio por dentro ¿a qué me recuerda? Quizás, que las apariencias engañan ¿por cuánto tiempo…? , se verá.
Me suena el teléfono móvil, me interrumpe la tarea que estoy realizando, y resulta un mensaje de mi banco que me dice “tienes un importe concedido para lo que quieras. Actívalo ya”. No sé si denunciar la publicidad engañosa porque el importe concedido seguro que no es ningún regalo y sí un crédito, sí un anzuelo y no un apoyo de servicio. Pero no, no denunciaré sino por este modesto medio porque además de burros apaleados, llegarán y dirán que soy tonto y demás, porque hoy sufrimos un mundo al revés. Simplemente, como dice Fernando Quesada en un chiste que guardo en casa ¡Imbéciles!