La operación fardahuevos llegó para mi ayer. Salí de nuevo a caminar con Carlos Abella por la ruta del colesterol, Miño abajo Miño arriba. Sábado y domingo porque de momento no hay más tiempo para cultivar este cuerpo que dios nos dio. Pero al menos algo. Porque tanta lluvia nos metió dentro de nuestra concha casa u oficina durante casi dos meses. Y ya está bien. Se acerca el verano y yo con esta barriga. A ver que va a ser. Entonces a caminar sea dicho porque dietas y otras triquiñuelas se las dejo para quien las quiera. Paso a paso, en el camino además se suelta la lengua y se pone el oído para una conversación fresca y natural. Observar el paisaje del agua corriendo como loca a meterse en el mar que espera, también te pone de buen humor, no en vano aún vive en el recuerdo el tiempo pasado de sequía superior que nos metió el miedo en el cuerpo. Pero, claro, todo no va a ser positivo en un gallego con síndrome de Polícrates, así que ya volviendo hacia Ourense nos topamos con las pozas do Muiño cubiertas de agua del Miño. Y otra vez a gastar 200.000€ en recuperar estas pozas y el resto de las que tenemos para solaz recreo de los que pueden disfrutarlas todo el año sin poner un chavo. Aquí surge la polémica. Porque deberían sufragarlas mayormente aquellos que las disfrutan pues si no se sostienen con los presupuestos públicos del concello que deberían atender otras necesidades mucho mayores y de bienestar social, pongamos que hablo de la ayuda en domicilio a personas con muy pocos medios que la necesitan también los fines de semana que nadie se la presta. La verdad es que habría que replantearse pozas más altas, así como en la Chavasqueira amén de sostenerlas con una pequeña aportación de los usuarios principalmente. Si las calles, que por cierto no se arreglan, a los coches circulantes se les impone en la parada una ORA impositiva, pues a las personas que gozan de un determinado lujo también puede ser.