Resulta ya pesado el contradecir este término de ‘ourensanía’ inventado desde arriba, como si las cosas no debieran surgir desde abajo. Es el término ourensanía que da cabida también a un premio, cómo no, el caso es meter ruido y extender este concepto nuevo, producto de la amistad y cercanía de Baltar y Tosar (los dos, acabados en ‘ar’ cual orden que dar a los demás para que desfilen detrás) que resulta el término. Hasta logo han hecho que, por cierto y sin faltarle al respecto a su creador al que no conozco ni sé quién fue, es bastante feo y susceptible de ser manipulado hasta la risa con simples puntos de ‘vista’. Y claro, uno piensa en esto cuando por razones que no vienen al caso se topa con una fotografía de su padre poniendo la insignia de oro de afliar de Ourense en París al presidente de un Congreso Internacional de Traumatología por los años 60. Es una foto y una ocasión pero que no fue única sino la norma de todos los viajes que este señor doctor realizó a lo largo de su vida para su formación médica; allá donde iba se la colgaba a la mayor autoridad congresista. Por cierto, insignia y viaje de congreso que se pagaba con sus propios medios, tan alejado del común proceder actual de que no solo no poner un duro para crecer profesionalmente sino aprovechar sinergias políticas para chupar lo que se ha convertido en prebendas. Ourensanismo, pues, sí; ourensanía para el poliitiqueo.
Ourensanismo
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