Hoy, doce de mayo de dos mil y dieciséis, víspera de Nuestra Señora de Fátima, asistí a un acto vergonzoso que me veo en la obligación de relatar para escarmiento de los suscriptores de esa noble entidad cultural/cafetería. A las 9.26 de la mañana de este día lluvioso, me aposté en la puerta de la Agencia Tributaria para solazarme con un cigarro. A una distancia de unos veinte metros y en dirección hacia el parque de San Lázaro, más o menos a la altura del TODOACIEN, descubrí la lanzal figura del insigne ensayista don … que, en viniendo de sacar a la perra de hacer sus necesidades, se dirigía a su confortable hogar. Iba a llamarlo desde la distancia pero algo insólito me retuvo, algo que descomponía aquella escena de hombre y cuadrúpedo que parecían personajes de un cuadro de Alexandro. El citado ensayista se protegía de la lluvia, no muy abundosa, con un paraguas negro… ¡con numerosas florecillas estampadas de múltiples colores! Un paraguas que no desdeñaría un poeta cuyo nombre no oso escribir. Se me cayó el mito. ¡… bajo un paraguas multicolor que sólo había visto como quitasol en el desfile del orgullo gay! A veces la vida te inflige esas adversidades que desmontan tus más acendradas creencias. Cualquier día entra en elcercano y en vez de una caña viril, el señor … pide un pipermint y, en un descanso, enciende un cigarrillo embutido en una boquilla maricona. Por favor, qué decadencia. O tempora, o mores. (Anónimo)
- Sección: Imágenes
- Publicado el 14 mayo 2016
- Por Moncho
El documento del paraguas ¿a quien se referirá?
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