“A mí no me conoce nadie”. Músico, compositor, productor y acompañante, Javier López de Guereña se siente más cómodo sin que le paren por la calle para sacarse fotos con él. “Los compositores no tienen cara. Tú sabes cómo es John Williams?”. Es cierto. Debe ser el compositor más famoso del mundo y seguramente estás googleando su nombre para ponerle cara. ¿Resulta frustrante, Javier? “No, porque siempre me han reconocido los que tenían que reconocerme”. Lo de las fotos no es lo suyo, preferiría que lo pararan para pintarle a carboncillo.
Estudió biología e incluso sacó buenas notas, pero dice que se divierte más con la música. Entonces, ¿a qué te has dedicado? A vivir. Y profesionalmente a la música. “He hecho siempre lo que he querido, he hecho cosas que me han gustado mucho y las que no me han gustado tanto las he dejado”. Javier dice que no tiene coche y que tiene que cambiar la nevera, pero que siempre ha hecho lo que le gusta. “Cada uno opta por una cosa u otra. Probablemente podría vivir trabajando en una zapatería, pero he optado por buscar en el trabajo lo que me gusta, y hasta el día de hoy he podido sobrevivir con esto. En eso uno define su personalidad.”
Que le llamasen para hacer un programa de variedades le parecería un disparate, porque hay quinientas mil personas que lo harían de forma más rápida y sencilla. Sin embargo no le asusta aventurarse por nuevas rutas. Luis Morales, se sienta a su lado y bebe de la tercera copa de la mesa, a la entrada de elcercano. “Él es un compositor revoltosillo. Promueve el disfrute del conocimiento y no la seriedad. Promueve la sorna, la mofa, la sátira, la alegría, el desenfado, lo lúdico.” Javier se ríe, es difícil meter en la misma frase sorna y mofa. A Luis le cuesta describirlo, “Puff… Guau…”. La pregunta le ha pillado por sorpresa, pero es cierto que cuesta describir a Javier con adjetivos convencionales, aceptamos entonces Puff y Guau.
Trabajaron juntos hace 30 años y dice Luis que hay un instinto de hermanamiento semejante al de los monjes que los une. Él fue de los primeros en contar con el músico para trabajar en televisión haciendo arreglos para una big band, que “son treinta tipos de pajarita tocando muy bien”. Desde los ochenta Javier ha compuesto para largometrajes (El refugio del mal, 2002), documentales (Barreiros: motor humano, 2007; Buñuel en Hollywood, 2000) y fue el tipo que puso sintonía al telediario de TVE durante 8 años. También fue compañero de viaje y amigo durante años del cantautor Javier Krahe, con quien parecía compartir la sencillez de su música y la ironía de sus letras.
Hoy, López de Guereña también hace zarzuela. “Ahora me vuelvo a reinventar, porque no me queda más remedio. Voy a hacer unas adaptaciones de zarzuela, sobre todo porque quien me lo ha pedido me conoce bien y sé que puedo poner un punto divertido”. Aunque no sea su especialidad la zarzuela le interesa mucho. “Más de lo que parece. Así que bienvenida sea.”
El panorama musical actual no resulta especialmente prometedor para los artistas. Internet es hoy el principal canal de distribución de música, para lo bueno y para lo malo. “No hay ningún filtro en Internet. Antes se decía pero, ¿cómo vas a enseñar eso? Pero ahora no. Internet es maravilloso porque lo tienes todo, pero vete tú a encontrar algo. Es como encontrarlo en la guía telefónica, de hecho es mucho más difícil. En internet puedes descubrir que la cura del cáncer es comer ajo a la luz de la luna; creo que esta perversión brutal del conocimiento se pagará a la larga, y ya se está empezando a pagar”.
Moncho dice que hay que empezar el concierto. En lo que Luis Morales se fuma un pitillo, Javier López de Guereña coge su copa de vino y la guitarra y se acerca al micrófono. En sus canciones Javier habla de aceleradores de partículas mezclados entre la verdura, de entropía y de bosones. También habla de un lechero y de que los ricos van a pagar algo. En un concierto que se precie siempre hay lugar para una canción erótica y una histórica, ¡Ha del castillo! Y es que Javier López de Guereña se sorprende de que las canciones hoy en días se hagan de manera tan convencional, sin jugar musicalmente. “Cómo no te lo vas a pasar bien sacando un conejo de la chistera?”