Un infiltrado del servicio secreto francés consiguió dar con el escondite de los yihadistas arrestados en París. Según ha podido confirmar EL ESPAÑOL, el agente encubierto rastreó desde el pasado viernes la comunidad argelina de la capital gala hasta dar con la primera pista del piso donde se ocultaban los islamistas radicales. Tras confirmar la presencia de objetivos terroristas, el Gobierno francés impuso a sus hombres un apagón informativo. Ningún gobierno extranjero fue avisado hasta que, pasada la madrugada, los operativos de las fuerzas especiales comenzaron el asalto.
La primera información sobre la vivienda llegó durante la tarde del lunes. Según confirmó este miércoles en un comunicado público el fiscal de París, la Policía gala recibió un “testimonio” sobre la presencia de terroristas en una vivienda de las afueras de la ciudad. Según han confirmado a EL ESPAÑOL fuentes cercanas a la investigación, la información llegó en realidad de uno de los infiltrados que la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE), tiene en la comunidad musulmana de la capital francesa.
Tras los atentados del pasado viernes, la DGSE ha puesto a trabajar a sus operativos a pleno rendimiento, en colaboración de otros servicios de inteligencia con encubiertos en el mundo yihadista. Los resultados de sus pesquisas se traducen en 414 registros practicados en Francia, 29 personas detenidas por su presunta relación con el islamismo radical y 75 armas de fuego decomisadas, sin contar con los fusiles de asaltos y granadas localizados al comando que el pasado día 13 segó la vida de 132 personas.
Belgas cobijados en París
A primera hora del lunes, la Policía gala confirmó que los responsables del asalto a la sala Bataclan había reservado varias habitaciones de hotel a su nombre en distintos establecimientos de París. Días antes, alquilaron tres vehículos en Bélgica (un Polo, un Seat y un Renault Clio) con los que viajaron hasta Francia. Y por lo tanto, esperaban que sus colaboradores intentaran salir de ese circuito y se cobijaran en alguna vivienda particular no controlada por la Policía.
La tradición bereber de la hospitalidad marca que cualquier compatriota debe ser ayudado con casa y comida si se encuentra en apuros. Eso centró a los operativos del servicio secreto francés sobre la comunidad argelina en París. Tres días después de los atentados, uno de los encubiertos de la DGSE aportó la información más relevante: una pareja de musulmanes había dado cobijo en una vivienda parisina a cinco personas que acababan de llegar de Bélgica. ¿La dirección? Rue de Corbillon número 8, en el barrio de Saint-Denis.
La Policía gala tardó 24 horas en confirmar la presencia de elementos terroristas en la vivienda. Primero se centraron en identificar a los individuos y así detectaron que la mujer que activó después el cinturón bomba había nacido en realidad en Francia. Se movía con una coartada falsa. Después analizaron las vinculaciones monetarias de la persona que había prestado el piso (arrestado junto a su pareja), con el objetivo de localizar posibles vínculos de financiación yihadista. A primera hora de la tarde del martes, los agentes dieron por confirmada la presencia de objetivos potencialmente peligrosos y aseguraron la vivienda. Comenzó entonces el operativo de asalto.
Apagón informativo
El Ministerio del Interior galo impuso en ese momento un apagón informativo a todos sus operativos. Desde el ataque terrorista del lunes, sus servicios de inteligencia han trabajado en todo momento de forma coordinada con las policías y los agentes encubiertos tanto de la UE como de varios países del norte de África. Sin embargo, la operación de entrada en el piso de Saint-Denis fue mantenida en el más absoluto secreto. Los cuerpos y fuerzas de seguridad de los distintos países cooperantes se enteraron del operativo justo cuando los agentes del RAID lanzaban el asalto.
Pese a que la confirmación de que los yihadistas se encontraban en el inmueble llegó a primera hora de la tarde, los agentes decidieron apostar francotiradores y esperar a la madrugada para lanzar la operación. El objetivo era conseguir una entrada rápida. Una operación sorpresa mientras los residentes de la casa dormían. No lo consiguieron. La puerta blindada de la vivienda resistió la primera embestida de las fuerzas de asalto galas y alertó a los terroristas. Tras un segundo asalto, el intercambio de disparos y explosivos se prolongó durante una hora. Según ha confirmado el fiscal jefe de París, las fuerzas especiales galas emplearon más de 5.000 balas de distinto calibre en el asalto.
La violencia de la batalla se plasma tanto en el estado de la vivienda como en el de los cuerpos encontrados. El inmueble perdió el techo y quedó prácticamente reducido a escombros. Los agentes temieron incluso que cediera por completo debido a las explosiones. El estado de los cuerpos ha dificultado incluso su identificación. El primero de ellos es de uno de los presuntos terroristas, abatido por las balas. El segundo es el de una mujer que, antes de ser detenida, activó un cinturón bomba terminando con su vida.
En la operación falleció también Diesel, una Pastor Belga entrenada en técnicas de asalto. Cinco agentes del RAID resultaron heridos.
Operación abierta
La Policía gala siguen en estado de alerta y a la caza del terrorista. El fiscal General de París declinó confirmar o desmentir si entre los detenidos o fallecidos en el asalto de Saint-Denis se encuentra Abdelhamiid Abaaoud, considerado el cerebro de los atentados del viernes y que no se suicidó en los ataques.
Los agentes investigan por ejemplo el teléfono de uno de los terroristas, localizado en una papelera junto a la sala Bataclan. A las 21:42, momentos antes del ataque a la sala de fiestas en el que perdieron la vida 89 personas, el teléfono envía un mensaje que dice “Salimos. Empezamos ya”. El objetivo ahora es localizar e identificar al remitente de este mensaje.
Los agentes analizan desde las cámaras de seguridad como las que captaron la imagen de Salah Abdeslam, uno de los asaltantes, paseando días antes por las inmediaciones del lugar de los atentados, como las huellas dactilares de los yihadistas, extraídas de varios de los kalashnikov utilizados en el ataque.
Además de las labores de inteligencia, la Policía gala analiza las transacciones bancarias de los principales sospechosos, la información obrante en sus distintas bases de datos e incluso los movimientos que tuvieron en sus perfiles en redes sociales meses antes de los atentados. En un segundo círculo de seguridad, los esfuerzos se centran en localizar a los posibles fugados fuera de las fronteras galas. Por eso, la policía española recibió ayer el aviso de que otro de los presuntos autores, Salah Abdeslam, podría estar circulando con un Citroën Xsara por las carreteras europeas.