Realmente es una pena que un tipo como Valentino Rossi no aguante la presión de que le pueda llevar el campeonato mundial, del que va líder en MotoGP, a última hora su compañero de equipo Jorge Lorenzo. Una lástima que la presión de ganar su décimo título, octavo en la categoría reina, le haya llevado a jugar tan mal con un contrincante al que puso a parir esta misma semana, joven Marc Márquez, dándole una patada a la moto de éste en plena carrera hasta tirarlo. Tras siete vibrantes giros y una agresiva batalla cuerpo a cuerpo con Marc Márquez, decidió que la mejor manera de ganar aquel duelo era eliminar a su rival de la pista. Así que, después de intentar inútilmente que el de Honda se pusiera a su rueda para no perder más distancia con la cabeza de carrera, le volvió a adelantar, y lo esperó en la penúltima curva, justo antes de la recta de atrás: en lugar de tomar el interior, se abrió, hizo que aquel se fuera cerrando hacia el exterior, le frenó y cuando le tuvo bien cerca provocó su caída con una patada.
La Dirección de Carrera ha sancionado al italiano con tres puntos de penalización que lo hará salir el último de la parrilla en el Gran Premio de Valencia, dentro de 15 días, y allí, en la última cita de la temporada, tendrá jugarse el Mundial con Jorge Lorenzo, que llega a siete puntos del liderato, con Márquez, ahora sí posiblemente tratando de aguarle la fiesta en caso de que remonte la carrera.
Una pena que el gran y simpático caiga también en la trampa de la ambición peor y vaya dejando atrás de esta manera su comportamiento anterior que le llevó a granjearse tanta simpatía de los aficionados moteros. Al menos, que reflexione y sepa pedir perdón.