Nosotros patentamos el concepto Provincia Intelixente, que supera al de smart City, porque creemos que Ourense es una provincia start up», dijo el presidente de la Diputación, Baltar Blanco, en su intervención como Provincial Council of Ourense en el congreso South Summit celebrado esta semana en Madrid. Al leer tal frase, el cronista se pregunta por qué Baltar se entretiene tanto en predicar y tan poco en dar trigo. Que en el más importante evento de emprendedores e innovación empresarial del mundo, Ourense sea la única provincia representada por un político deja a las claras su idiosincrasia. No estaban allí, por poner sendos ejemplos leídos esta semana en La Voz, Jorge Vázquez, responsable de Redegal, empresa galardonada por Google, ni Alfonso Amorín, presidente de Edisa, que provee de software a 700 firmas de 28 países. Estaba un político que en su vida creó un puesto de trabajo ni emprendió más aventura que cobrar de la política. Un político que mientras hablaba en Madrid de utopías permitía que Ourense quedase sin peso en la Xunta de Galicia. Ni un conselleiro de la provincia hay en el nuevo gobierno y eso sí es importante para lograr que en el DOG (que se controla en Santiago y no en la South Summit) se apueste por Ourense. Mientras Baltar presumía en Madrid de crear en Ourense «un clima para que investidores internacionais invistan en ideas e negocios ourensáns e acheguen a parte financeira» el clima de Ourense, rescatado también de los titulares de La Voz, mostraba el cierre del parador de Verín, la huelga de médicos, el fraude en el vino del ribeiro, el cierre temporal del único cámping de la capital o, en fin, los problemas para los turnos nocturnos de las policías locales. Noticias todas ellas propicias para que el capital foráneo repita, con el mismo entusiasmo que Baltar en la South Summit: «I believe in Ourense» (yo creo en Ourense). ¿Y por qué se da este divorcio entre teoría y práctica? Pues porque quien debía trabajar por todos trabaja solo (como los baloncestistas insolidarios) para su proyección personal objetivo al que no es ajeno el desfilar por Ourense de emergentes dirigentes del PP a los que intenta convencer que su inteligencia tiene que tener más peso en el Partido Popular de Santiago y Madrid para usar el concepto patentado deNación Intelixente en, según convenga, Galicia o España.
¿Líder empresarial? En la línea del divorcio entre teoría y práctica, ahí está otro ejemplo de Baltar. Llegó de Madrid empapado de espíritu emprendedor y fichó como «asesor cultural» a Aurelio Gómez Villar, líder de los miles de empresarios de la Federación de Comercio. Cuando a un líder empresarial hay que darle un sueldo oficial, ¿en qué lugar queda el empresariado de la Provincia Intelixente? ¿Qué clima se crea para que vengan las millonarias inversiones foráneas que Baltar predica? La ejemplaridad no importa. Ambos, el que ficha y el fichado, saben que los ourensanos tragan mientras ellos chupan. Se les suelta lo de Provincia Intelixente, smart city y start up y la mayoría de los 322.293 que en Ourense quedan no solo aplauden con frenesí sino que votan con miopía.