La aplicación de la nueva LOMCE ha relegado la asignatura de Historia de la Filosofía en 2º de Bachillerato al rincón de lo optativo. Esto ha generado un debate, liderado por filósofos y profesores de esta materia, sobre si la educación se está instrumentalizando y si estamos dejando de formar individuos con capacidad crítica en favor de lo que el mercado demanda. Las principales señaladas, las que se han llevado el trozo de pastel que no les correspondía, son Matemáticas, Ciencias Naturales o Inglés.
Pero ¿qué pensaría de esto Hegel?
“Colaborar a que la filosofía se aproxime a la forma de la ciencia, con la meta de que pueda despojarse de su nombre de amor al saber y sea saber real y efectivo: eso es lo que me he propuesto”, decía en el Prólogo a su Fenomenología del Espíritu.
¿Y Wittgenstein?
Como recordaba el matemático John Allen Paulos en su La vida es matemáticas, recientemente publicado por Tusquets, “Ludwig Wittgenstein señaló una vez que esperaba que llegara un día en que la filosofía desapareciera como disciplina, pero todas las demás materias se abordaran desde una perspectiva filosófica”. En realidad, para ser justos, Wittgenstein dijo “debería desaparecer completamente”.
En el curso 1969/70, el matemático Manuel de León, hasta hace poco director del Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT), estudiaba Filosofía en 6º de Bachiller, el equivalente al 1º de Bachillerato actual. “La filosofía es apasionante cuando responde a las preguntas que te haces desde que te levantas”, dice De León. En clase les tocaba escoger un libro y defenderlo ante los demás. Su elección, el Discurso del Método de René Descartes. Nombre completo: Discurso del Método para Conducir Bien La Propia Razón y Buscar la Verdad en las Ciencias. “Una de las reivindicaciones de muchos matemáticos es que las matemáticas se consideren parte de la cultura, como un humanismo”, dice. “Aunque parezcan muy abstractas, son las que están más imbrincadas con la esencia de la humanidad”.
Un debate de hace siglos
Hace más de 2.000 años, Demócrito, Anaximandro o Tales de Mileto, considerados filósofos, se preguntaban sobre el origen de la materia, los átomos o el ápeiron. De qué estamos hechos. Esta misma tarea la acometen hoy físicos como los de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN).
Otros se cuestionaban la existencia del alma o sobre si el hombre es bueno por naturaleza, tareas hoy de la neurociencia. Si la ciencia busca respuestas a esas preguntas, ¿por qué estudiar ciencias puras o ingeniería iba a empobrecer el espíritu crítico de los estudiantes? ¿Quizá el problema es que, como sugería Wittgenstein, se deja de lado al enseñar estas asignaturas su carácter humanístico?
“Desde los orígenes, filósofos y matemáticos van de la mano, son las mismas personas; de hecho, el método de la deducción lógica lo pone en marcha Euclides, partir de premisas y razonamientos lógicos para llegar a conclusiones”, reflexiona De León y define como científicos a Platón, Empédocles o Heráclito; “Leibniz con el cálculo infinitesimal, Kant… las matemáticas han ido impregnando a la filosofía, y hoy en día un filósofo tiene que tener conocimientos científicos o no sabrá lo que está haciendo”, dice y añade: “Si le quitas la ciencia a la filosofía, se queda en algo parecido a una religión; la filosofía tiene que responder a las grandes preguntas, pero usando el método científico”.
Si le quitas la ciencia a la filosofía, se queda en algo parecido a una religión
Los matemáticos abstractos o los físicos teóricos son considerados los filósofos de la ciencia. “Somos los más cercanos en ese sentido”, dice Juan José Ramírez Mittelbrunn, profesor titular de Física Teórica en la Complutense. “La cosmología está respondiendo hoy en día con pruebas científicas a preguntas que llevan planteadas 6.000 años. ¿Qué antigüedad tiene el mundo? ¿Qué tamaño tiene el universo? ¿De qué está compuesto? Antes las respondían las religiones; no tiene nada que ver con la Filosofía, que se encarga más de cuestiones existenciales o éticas que tienen una relación muy indirecta con la ciencia”, dice este físico.
Ramírez Mittelbrunn cree, por tanto, que la historia de la filosofía tiene su lugar en el Bachillerato y no debería ser relegada a un rincón. “Siempre tuve interés por la filosofía, y creo que cualquier estudiante de ciencias puras, pero sobre todo físicos y matemáticos, debe tenerlo”, comenta, y reconoce que la relación de los científicos puros y los filósofos es complicada. “Hay una cierta tensión competitiva sobre quién está en posesión de la verdad aunque en Bachillerato ese problema no se da, porque la Filosofía se mueve a un nivel que no entra en colisión con la ciencia actual”.
¿Científicos o filósofos?
La parte más teórica de la ciencia se mueve a base de hipótesis que, con suerte, un día son refrendadas con experimentos. En ese sentido encontramos a físicos como Alan Guth, autor de la teoría de que el universo se expandió tras el Big Bang y que por tanto es probable que existan multiversos, pero ¿cómo demostrarlo? Lo mismo ocurre hoy con la Teoría de Cuerdas o muchas de las hipótesis de Stephen Hawking o Roger Penrose. O en Matemáticas.
El indio Srinivasa Aiyangar Ramanujan no tenía sólidos conocimientos matemáticos y escribía fórmulas que no se entendían porque había aprendido de forma autodidacta, “pero como decía cosas importantes sobre Teoría de Números, mucha gente se empeñó en intentar comprenderlo”, explica De León, quien pone otros ejemplos de pensadores a los que hemos puesto la etiqueta de científicos, pese a que sus planteamientos eran más filosóficos que metódicos, como el ruso Grigori Perelman, quien probó la Conjetura de Poincaré pero de forma que sólo él entendía. “Otro caso es Grothendieck, que creó sus propias matemáticas pero como lo que decía era muy importante, muchísima gente se puso a intentar descifrarlo”.
Es más, como indica el matemático español, “un artículo de Grothendieck no podría publicarse en Science, primero porque es muy largo y segundo porque los revisores no lo entenderían”.
La parte más teórica y menos experimental de la ciencia no entra fácilmente en la rueda de congresos, revistas y publicaciones. En ocasiones, incluso se duda de que siga siendo ciencia. “No es ciencia en el sentido popperiano, es una hipótesis”, dice Ramírez Mittelbrunn. “Los físicos teóricos tenemos un pecado, elucubramos demasiado, en el fondo hacemos meros ejercicios, brillantes, de ideas físico-matemáticas”.
“Nuestra postura sobre el conocimiento es muy diferente a la de los filósofos actuales, pero igual es muy parecida a la de los renacentistas”, dice este físico teórico. Y no sólo renacentistas. En el siglo XX, Bertrand Russell, filósofo, matemático y premio Nobel de Literatura “provocó la mayor crisis de la historia de las matemáticas con la Teoría de Conjuntos, probando que no estaban bien fundamentadas con lo cual el mundo en que vivíamos tampoco lo estaba, nada valía”, apunta De León.
Cuando el matemático ruso Georg Cantor ideó sus teoremas con “infinidad de infinitos”, su colega alemán David Hilbert dijo: “Nadie nos va a expulsar del paraíso que Cantor ha creado para nosotros”. Señores profesores de filosofía, ¿puede haber algo menos práctico e instrumental que esto?