Nos lo cuenta hoy EL CONFIDENCIAL, y nos deja un poco más convencidos que la deriva hacia el imperialismo chino es cuestión de tiempo, nada más. Un ejemplo es el de Sam Pa, el chino negociante con dictaduras represivas que se quiere introducir en Galicia sin barreras por el medio o contando con Barreras. Pasen y lean lo que nos dice Pablo López en el citado diario digital:
En abril de 2014, Sam Pa quedó marcado por el departamento del Tesoro de Estados Unidos. La razón: su estrecha colaboración con el régimen corrupto de Mugabe en Zimbabue, al que habría entregado más de un millón de dólares y negociado la compra de diamantes procedentes del campo de Marange, considerado de tortura. Pero el Airbus A319 privado con el que se desplaza este misterioso hombre de negocios es un habitual del aeropuerto vigués de Peinador. Con Sam Pa a bordo, claro. Como resultado de sus visitas, en mayo de 2015 cerró la compra del 33% del grupo naval Rodman. Ahora busca nuevas inversiones en Galicia, con los astilleros en su punto de mira.
Distintos empresarios gallegos reconocen abiertamente que el inversor chino está tratando de aumentar su presencia en Galicia, con el debilitado naval como principal objetivo. Este verano amplió silenciosamente su participación en Rodman al 66%, y según ha publicado la prensa mexicana, negocia con Pemex la compra del 51% que la petrolera mexicana posee de Barreras. La voluntad de negocio es tal que, según ‘La Voz de Galicia‘, ya existe un preacuerdo entre los mexicanos y China Sonangol, el holding de Sam Pa. El negocio está pendiente de los otros dos accionistas del histórico astillero vigués: Ignacio Latxaga, que posee el 24,5% del capital, y sobre todo de su presidente, José García Costas, que también tiene el 24,5%.
García Costas fue el artífice de la venta de Barreras a la petrolera mexicana, cerrada en noviembre de 2013 y muy criticada al otro lado del océano a pesar del bajo precio en que se tasó la compañía, apenas 10 millones de euros. Pero la caída del precio del petróleo ha irrumpido directamente en Pemex e indirectamente en su negocio en Vigo, volcado en la flota de apoyo a la extracción de crudo. Ese es el contexto en el que los mexicanos tratan de retirarse de Vigo y Sam Pa de ocupar su lugar, ajeno de momento a la crisis que atraviesa el gigante asiático.
“No tengo ninguna intención de vender”, zanja al respecto García Costas, cuyo acuerdo con Pemex incluye su blindaje como presidente hasta 2021. Lo que el directivo de Barreras no oculta es que ha mantenido diversas reuniones con Pa, ni que éste ha entablado contactos directos con los máximos responsables de otras importantes empresas gallegas para promover inversiones en la comunidad autónoma. Pescanova fue una de ellas, aunque el naval es su gran aspiración. Y de las dificultades que ha encontrado en Estados Unidos, que “congeló” sus bienes y le prohibió negociar con entidades o personas del país, no habrá rastro en Galicia. “Todo aquello que derive en una mayor carga de trabajo será siempre una buena noticia”, se limitó a señalar el conselleiro de Economía, Francisco Conde, cuando se conoció el acuerdo de China Sonangol con Rodman.
Una investigación publicada por el ‘Financial Times‘ en agosto de 2014, que mereció una mención especial en los recientes European Press Prize, permitió arrojar algo de luz sobre el controvertido Sam Pa, uno de los ocho nombres que utiliza este hombre de nacionalidad angoleña y vinculado a la nomenclatura del Partido Comunista de China. China Sonangol, uno de sus dos brazos inversores junto a China International Fund, es básicamente una compañía petrolera, con tanto poder económico que se ha hecho con el flamante edificio que perteneció a JP Morgan en Wall Street. Pero sobre todo, Pa es el hombre de China en África.
Las empresas de Pa, informaba el periódico británico, son socias preferentes de los regímenes represivos que controlan muchos de los estados de África ricos en recursos naturales, allí donde la corrupción atrapa a millones en la pobreza, mientras sus gobernantes amasan unas fortunas extraordinarias. Con algunos clientes preferentes; entre ellos, el régimen zimbabuense de Rubert Mugabe y los “petroestados corruptos” de Nigeria y Angola.
La relación con Angola y la prohibición de hacer negocio en los EEUU sembraron las dudas. Varios industriales del naval zanjaron las conversaciones
Así se explica que el primer contacto de Sam Pa con Rodman incluyera la construcción de 40 patrulleras para el Ejército angoleño, un hecho que no gustó a alguno de los empresarios entonces en contacto con los representantes de China Sonangol. Tres astilleros vigueses, Cardama, Freire y Armón, pugnan conjuntamente por un misterioso contrato de 120 millones que podría proceder igualmente del régimen de Eduardo dos Santos a través de Pa. El vaso de la paciencia de Washington se colmó en Zimbabue, hasta el punto de poner al misterioso hombre de negocios en su lista negra.
Cuando los emisarios de China Sonangol aterrizaron por primera vez en Galicia, ninguno de los empresarios con los que contactaron les tomó muy en serio. Sus caras cambiaron cuando se cerró el negocio de Rodman por 100 millones de euros. “Habíamos leído de él lo que está en Internet, que no es mucho, pero no le dábamos demasiado crédito. Hasta que comprobamos que no iba de farol”, reconoce uno de sus interlocutores. La relación con el Gobierno de Angola y la prohibición de hacer negocio en los Estados Unidos sembraron las dudas definitivas, y fueron varios los industriales del naval los que zanjaron las conversaciones.
No todos, porque la construcción naval gallega aún no ha pasado la página del duro mazazo del tax lease, la devolución impuesta por Bruselas de las ayudas fiscales ingresadas entre 2007 y 2011. Y la recuperación es tan delicada que muy pocos parecen dispuestos a preguntar de dónde viene el dinero ni adónde van los barcos que se construyen en los astilleros de la ría de Vigo.