Lassalle ha defendido este tiempo que la cultura se ha mantenido en democracia bajo una “dependencia insostenible”, que tiene una “ineficiente planificación” y carece de “visión estratégica”. Gracias al mecenazgo “se limita la participación pública, pero no desaparece”, porque “supone la quiebra del monopolio que tiene el Estado sobre la política cultural y, con él, el control de los gobernantes sobre las artes”.
En aquella rueda de prensa, hace tres años, y delante de todos los periodistas, se comprometió a tener acabado el proyecto de reforma de Ley de Mecenazgo antes de ese verano. La semana pasada, cuatro años después, en el Congreso de los Diputados, reconocía, a modo de balance: “Quisimos cambiar la cultura del mecenazgo, pero no hemos podido. No hemos conseguido lo que queríamos al principio de la legislatura, tal vez pecamos de ambiciosos”.
Darío Villanueva sobre la Ley de Mecenazgo: ‘Es arriesgado opinar sobre los efectos de algo que aún no se ha producido’
Las principales instituciones culturales de este país han sufrido el recorte del Estado, de los ayuntamientos y de las comunidades, pero con el fracaso de la Ley de Mecenazgo han perdido la prometida herramienta que debería haber fomentado la inversión de las empresas privadas. ¿Una nueva Ley de Mecenazgo habría favorecido la inversión de nuevos patrocinadores? “Es posible que una legislación específica y favorable a esta clase de iniciativas incremente los patrocinios, pero siempre es arriesgado opinar sobre los efectos de algo que aún no se ha producido”, explica a este periódico Darío Villanueva, director de la RAE. Asegura que está convencido de que los incentivos “pueden animar a las empresas a patrocinar proyectos”.
La RAE recibe patrocinios a través de la Fundación pro-RAE, creada en 1993. Telefónica ha patrocinado durante seis años la renovación tecnológica de la casa. La inversión de la empresa en ese periodo fue de 600.000 euros. El Banco Santander ha renovado recientemente su convenio y aportará hasta 2018, 700.000 euros, destinados al CORPES XXI (textos de todo tipo que reflejan el estado del español actual).
La Obra Social de La Caixa invierte en la edición de la Biblioteca Clásica. Otras empresas ayudan sin aportación económica (IBM y RTVE). El Estado aporta a la RAE en 2015 cerca de 1,5 millones de euros. El presupuesto anual de la institución es de 7,5 millones de euros. Los ingresos llegan vía derechos de autor de las obras que editan, de los fondos de ahorro de la Academia y los patrocinios, que suponen un tercio de los ingresos, tal y como aseguran desde la RAE.
Hace un mes lanzaron una campaña de captación de socios benefactores, a los que se les obsequia con la última edición del Diccionario de la lengua española con su aportación. La acreditación como benefactor permite una desgravación fiscal del 50% de la cuota aportada (cinco categorías, desde los 50 a los 1.000 euros). De ahí que Villanueva señale que sin el mecenazgo no habría sido posible llevar a cabo los principales proyectos académicos.
Benefactores de todos los tamaños
“Todos estamos obligados a ser imaginativos, de forma que seamos capaces de persuadir a la empresas de que invertir en cultura no es algo “decorativo” ni circunstancial, sino que supone un compromiso social de gran trascendencia”, añade Villanueva. Miguel Zugaza, director del Museo del Prado, reconoce que gracias a los grandes benefactores de la pinacoteca (AXA, BBVA, Telefónica, Iberdrola, La Caixa aportan 150.000 euros al año cada uno) desarrollan programas prioritarios del museo como la restauración, la educación, exposiciones, web, etc. Menciona también la aportación de los Amigos del Museo, más de 28.000 personas con cuota: “Tenemos que lograr un equilibrio entre las grandes y las pequeñas aportaciones”, dice.
Una buena y generosa normativa de mecenazgo ayudaría sin duda [Miguel Zugaza]
“Una buena y generosa normativa de mecenazgo ayudaría sin duda, pero entiendo que la realidad económico-presupuestaria haya recomendado esperar a otro momento”, opina Zugaza sobre la extinta reforma de Mecenazgo. El Prado ingresó en 2013 y 2014 algo mas de 5 millones de euros en patrocinio (sumando un 20,5% de ingresos propios). “Creo, sinceramente, que una empresa con un claro compromiso en el ámbito cultural es más respetable ante sus accionistas y clientes. Lo importante es que en nuestras instituciones hagamos llegar ese mensaje”, añade.
Desde hace unos años el museo alquila parte de su colección a otros museos como método de financiación. En 2012 reconocía la pérdida de patrocinadores y la apertura de los lunes para frenar la fuga de ingresos. La lista de museos que han cerrado o se mantienen en estado catatónico ha crecido por la falta de implicación de la llamada sociedad civil en otros proyectos que no sean las estrellas. De los fallecidos los más dolorosos son, posiblemente, el Museo Chillida, que arrancó 2011 con un candado en su puerta, y el Centro José Guerrero de Granada, que reabrió en 2012, tras dos años en blanco.
Sin ley, sin conciencia
En países anglosajones los mecanismos de mecenazgo de empresas y particulares funcionan porque “el fraude fiscal está muy controlado” y por una conciencia de participación que el Ejecutivo tampoco ha desarrollado junto a las desgravaciones. Rosa Rodrigo, Jefa de desarrollo estratégico y de negocio del Museo Reina Sofía, cuenta que con una norma específica, “que ofrezca mayores y mejores incentivos fiscales”, es una herramienta de captación de patrocinadores “más atractiva y eficaz”.
En el año 2013, el Museo ingresó 1,5 millones de euros por patrocinio, menos de un cuarto de los ingresos propios de la institución. A pesar de la escasa cifra aportada por las empresas al museo, Rosa Rodrigo explica que la cultura es atractiva para las compañías, porque “la cultura tiene mecanismos para el retorno de la inversión diferentes al de sectores como el deporte”.
Hay que desterrar complejos y arbitrar nuevas fórmulas que estimulen a los patrocinadores a invertir en cultura
Sin embargo, reconoce que “la actual coyuntura económica ofrece un panorama complejo para las empresas. La mayoría de ellas han tenido que reducir presupuestos, y una de las primeras partidas que sufre recortes es el patrocinio”. Y propone “desterrar determinados complejos y arbitrar nuevas fórmulas que estimulen a los patrocinadores a invertir en cultura”.
Desde BMW, patrocinador del Teatro Real y del Premio BMW de pintura, cuentan que la cultura les interesa “porque es expresión del desarrollo de un pueblo y el talento artístico español nos interesa especialmente. La cultura ayuda al desarrollo de los valores artísticos de una sociedad como la española. No es una promoción ni una pose de nuevo cuño, sino una creencia de la compañía”.En el Teatro Real han logrado aumentar en los últimos tres años la cantidad de las empresas para el desarrollo de su actividad, dado que en los últimos cinco años las aportaciones públicas se recortaron en un 53,6%: en 2011, fueron casi 7 millones de euros; en 2012, casi 7,5 millones; y en 2013, 9,6 millones de euros. Esta cifra supone poco más de un 20% del total del presupuesto.
El Museo Guggenheim de Bilbao es otro de los referentes culturales, gestionado por una fundación privada con ayudas públicas, recibió en 2014 5,1 millones de euros de ingresos por patrocinio (en 2013 fueron 5,3 millones), lo que supone el 20% del total de los ingresos propios de la institución. “Unos incentivos fiscales atractivos pueden marcar la diferencia y facilitar una toma de decisión favorable al patrocinio cultural”, explica a este periódico la responsable del área, Patricia González.
Unos incentivos fiscales atractivos pueden marcar la diferencia y facilitar una toma de decisión favorable al patrocinio cultural
Sin embargo, a pesar de que todas las medidas que fomenten la inversión son favorables, los incentivos fiscales “no son la única variable en la toma de decisión”. En el País Vasco existe un incentivo fiscal para actividades considerados prioritarios por las diputaciones forales. De esta manera, cuenta González, se concede un incentivo fiscal del 18% en el Impuesto de Sociedades, que, sumado al tipo de Impuesto de Sociedades (28%), las empresas puedan deducir un 46% de las donaciones realizadas.
La experta asegura que la cultura conjuga con las empresas virtudes con las que las marcas les gusta asociarse, como la creatividad, la modernidad, la innovación, el progreso, la educación, la estética, el compromiso, la calidad, la credibilidad, etc. “La cultura puede resultar más minoritaria que los deportes, por ejemplo, pero puede llegar a segmentos de mercado buscados por empresas para proyectar otro tipo de valores.
González es muy prudente a la hora de exponer los patrocinios, porque considera “importante mantener la objetividad e independencia de los criterios curatoriales, pero al mismo tiempo dar pasos para permitir mejorar la notoriedad de los patrocinadores”. Añade: “Sin entrar en la comercialización de productos y servicios del patrocinador, existen muchas otras vías de generar valor añadido para las empresas o marcas desde la cultura”. La clave está en la relación entre patrocinador y entidad cultural, sobre todo, en la apertura de ésta, en su cultura de persuasión y adaptación