Para hacer oír sus reivindicaciones decenas de trabajadores recorrieron las principales calles de la ciudad, alzando la voz con más fuerza frente a la tienda de Curros Enríquez. Pero la foto no es la pancarta solo sino el contraste con la población ourensana que vive de terrazas y de espaldas a la realidad actual. Terrazas, por supuesto, invasivas para el paso peatonal, y aquí se puede ver como se estrechaba la manifestación que pasaba entre ellas.
Mientras siguen las negociaciones entre los trabajadores y los representantes de Adolfo Domínguez, Ourense es un lagarto que en cuanto hace sol sale a tomarlo sin vocación ya de pelear por un futuro distinto al geriátrico en que se está convirtiendo. Necesita un cambio radical antes de morir de inanición.
Este lunes se celebró una reunión en la que los sindicatos presentaron una serie de propuestas, como la reducción del sueldo de los directivos en un 25 %, las bajas voluntarias con indemnizaciones de 35 días por año trabajado y acuerdos de prejubilación para los mayores de 55 años. El comité de empresa rechaza los despidos.
Adolfo Domínguez planteó un ERE que afecta a 144 empleados y el traslado de una veintena de la línea «U» a Madrid.