Nos levantamos ayer con la noticia. La librería La Región cierra. Otro establecimiento más pero singular por ciertas connotaciones. Emblema de la lectura en Ourense. Con el añadido de su trastienda, que en este caso era periódico en su anterior emplazamiento. Olor a rotativa, ruido de letras golpeadas por máquinas martilladoras de información de otra época. Era imprenta, librería, periodismo local. Ahora queda lo último con el añadido de los tiempos, la televisión, en este caso llamada Telemiño. Pero no quita la pena de la ida a otra parte que despuebla nuestras calles ourensanas de pisadas nativas. Vendrá una multinacional, una franquicia, un banco o dios sabe qué cosa sin el componente sentimentaloide que lleva siempre asociado algo que ha vivido con nosotros tanto tiempo. En fin, lo sentimos, y también por Cari y demás empleados, algunos, por cierto, que no hacían demasiado para ganarse público, pues es verdad que de simpatía más bien poca.
Pero nos queda siempre Baltar, sus subvenciones y protagonismo mediático en la prensa, que lo hace aparecer como base de nuestras vidad de tanto que acapara sus páginas. Ayer publicaba la nueva tentación de la subvención cultural que puede llegar a 10.000€ por barba, o por asociación de algún tipo que bien sabemos todos que solo se forma para lucrarse de estas política que premian la petición rendida. Decía la noticia que las peticiones de tales subvenciones orientadas a actividades sin lucro, trampa advertida anteriormente, deben ser dirigidas al Presidente de la Diputación de Ourense; solo falta que de la dirección particular en lugar de la de esa Santa Casa, que, por cierto, se quiere trincar Ciudadanos que en su programa marco expresa la voluntad clara de hacer desaparecer las diputaciones de España si se mantiene en mapa actual autonómico.