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Hoy tenemos el placer de publicar una pequeña entrevista al escritor Ángel Lozano, autor de la novela “El error“, de la que hace unos meses publicábamos la reseña (Leer aquí):
En tu novela llama la atención la sensibilidad y el conocimiento del mundo infantil que reflejas y las repercusiones que suele tener a lo largo de la vida haber sufrido maltrato físico y psicológico. ¿Qué te animó a desarrollar el tema de esta novela?
Es un tema siempre emergente para mí, está claro que no sólo en la novela infantil y juvenil que he escrito, sino también en la “adulta”. El alejamiento del niño por parte del adulto es un hecho triste, una constante en todas las épocas y en todas las culturas. El maltrato, tanto físico como sicológico, es una situación extrema, pero antes de llegar a ella hay una actitud general hacia el niño que es enferma al considerarlo un ser inferior por el simple hecho de su falta de conocimientos y experiencia. Esa falta de de comprensión, de un interés de igual a igual hacia él en cuanto ser humano, ya es perniciosa, pues hace sordo y ciego al adulto ante lo que podría aprender de un ser mucho más puro, menos racionalizado, y por lo tanto menos contaminado que él, como es un niño. Yo siempre estoy de parte del niño.
El grado de sometimiento del protagonista hacia una persona tan indeseable como su madre es total. ¿Se puede romper con una vida tan malvadamente estructurada desde sus inicios como lo ha sido la suya?
Siempre puede romperse. No digo que sea fácil, sólo que existe la capacidad. Hay muchos modos de ruptura. En mi novela tanto la dominación de la madre como la sumisión del hijo están extremadas porque me interesaba mostrar hasta qué punto la dominación es realmente dominación y la liberación es realmente liberación, ya que en las relaciones humanas hay mucha dominación aparente que en realidad es consentida, y hasta buscada. No siempre es lo que parece. La dependencia física no es la única dependencia, existe el interior del ser humano, su mundo emocional por ejemplo, mucho más poderoso y difícil de auscultar que el otro. Es el “En mi novela tanto la dominación de la madre como la sumisión del hijo están extremadas”. camino que finalmente decide emprender nuestro protagonista: sin dejar de vivir con su madre-tirana, sin abandonarla, intenta crearse una existencia paralela en ese campo emocional en el que nadie más puede entrar, ni siquiera ella con toda su capacidad de dominio, sólo que en su caso el resultado de ese empeño parece ser el contrario al que buscaba. O no…, cada uno puede extraer sus propias conclusiones.
La forma de gozar del sexo del protagonista es peculiar ¿tiene qué ver con la infancia de éste? ¿Ha sufrido el protagonista algún tipo de castración mental en ese aspecto?
Por dios, no… Al menos eso espero. El concepto de aberración no es algo absoluto, sino cultural, al igual que el de castración. Lo que para una cultura es castrante para otra no lo es. Queda la llamada “ley natural”, sí, pero ni siquiera ella se libra del tamiz de lo cultural, pues hasta esta ley se ha interpretado históricamente de un modo muy variado, cuando no incluso contradictorio. De todos modos, el protagonista no busca el sexo por su goce, sino por lo que representa en su vida de propio, de exclusivamente suyo, de alejamiento y negación de su madre, que es quien lo anula, él que no ha tenido nunca nada, ni siquiera una personalidad, porque ella no se lo ha permitido. Busca el sexo como podía haberse dedicado a coleccionar cualquier cosa si eso hubiese significado oposición y enfrentamiento a ella. Lo que ocurre es que el sexo en nuestra cultura es atractivo, si no lo más atractivo (somos el único animal, que se sepa, que goza con él más allá de su función procreadora), por eso se desnaturaliza y se trata como a un enemigo con el que hay que convivir, porque puede llegar a ser imposible de controlar, de ahí que se reprima. Y es por eso, por su fuerza universal, que lo he elegido como tema haciendo que mi protagonista lo tome como el camino en la búsqueda de su liberación. Una vez ahí sí, su manera peculiar de recorrerlo corresponde a la castración que sin duda ha sufrido.
Siempre he sentido inquietud cuando escucho aquello de “es un hijo o una hija modélica: ha renunciado a todo con tal de cuidar a sus padres”. ¿Crees que es un deseo oculto de muchos progenitores el tener un hijo como un objeto manejable y útil? Lo entiendo como un deseo de posesión indecente. ¿Qué nos puedes decir al respecto?
Por desgracia no sólo es un deseo oculto, sino también manifiesto. Al menos yo lo he escuchado a veces: desde “queríamos tener un hijo para que alguien se ocupe de nosotros en la vejez”, hasta “así alguien me perpetuará cuando muera y será como seguir vivo de algún modo”, pasando por “El concepto de aberración no es algo absoluto, sino cultural”. “le hacía falta a nuestra relación, que iba de mal en peor”. Una pena. Lo que te decía al principio: el maltrato al niño empieza ahí, en la no-valoración, cuando no es querido por él mismo, sino para algo, cuando es un recurso para el narcisismo, la autocomplacencia o el intento de llenar un vacío, todo menos ser querido por amor, que además debe ser amor hacia él, no hacia la pareja, lo que también sería autocomplacencia.
Esta es tu primera novela de adultos, ¿para cuándo la próxima obra? ¿Seguirás en esta línea?
Espero que pronto. ¿Línea? No me reconozco ninguna, a no ser que pueda considerarse tal el gusto por los personajes inmersos en estados no deseables que se convierten en extremos, lo que hace nacer en ellos el deseo de huida, de cambio, aunque unos y otros no son sino pretextos para mostrar nuestros múltiples y contradictorios rostros comunes a todos nosotros como seres humanos. Trato de comunicarme con el lector, de provocar algo en él. Me gustan las novelas maremoto por oposición a las que al final no eran más que un apacible paseo por el parque.
¿Cuáles son los principales problemas a los que os enfrentáis en estos momentos los escritores?
Yo no hablaría de problemas como algo específico de la escritura, sino de situaciones. ¿Publicar es un problema? Existe como nunca antes la posibilidad de la autopublicación. Ni lo primero garantiza el éxito ni lo segundo tiene por qué terminar en fracaso. Las reglas del juego han cambiado. Para el escritor existen unas posibilidades de divulgación hace sólo unos años insospechables. Para el lector, también respecto a su accesibilidad a lo que se edita con la existencia del formato digital… Los únicos “problemas” radican en tal caso en uno mismo, en la medida en que la escritura exige un cierto aislamiento y una innegable constancia y dedicación, difíciles de compaginar a veces con otros aspectos de la vida.
¿Cómo os afecta internet? ¿Qué más quieres añadir?
Creo que positivamente, como acabo de decirte. Pero no sólo a los escritores, sino a todo el género humano. Como ocurre siempre, cuando se está inmerso en una revolución no se es consciente de ello, ya que el fenómeno sólo suele apreciarse con la perspectiva del tiempo. Pero lo que ha empezado a suceder es eso. Los años sesenta supusieron la primera gran revolución moderna (la industrial fue a mi juicio la última de las antiguas), pues por primera vez en la historia la gente, que no sólo una élite, tuvo una voz propia, aunque aún no individualmente, sino por medio de los representantes que iba eligiendo y convirtiendo en sus gurús mediáticos: músicos, escritores, artistas, iconos políticos y sociales, etc. Internet supone la segunda y brutal revolución, pues uno no necesita ya a nadie que hable o se exprese por él, que lo represente, al poder hacerlo por sí mismo en el mundo de la web. ¡Por primera vez en la historia, un individuo puede llegar a todo el planeta con su propia voz! ¡Y en tiempo real además! No creo que estemos todavía capacitados para evaluar lo que esto va a suponer en el futuro, pero cuando pase la borrachera que hoy existe ante el invento y la cosa se sosiegue (siempre claro está que ese individuo sea capaz de vencer a los demonios que el propio invento apadrina, como son la caída en el autoencierro o la tentación del hiperindividualismo) lo que puede llegar a significar de beneficioso me parece hoy por hoy inimaginable. Aunque, como siempre, todo depende del individuo, pues las cosas siempre son buenas o malas sólo según el uso que se les dé, por lo que Internet puede ser el arma más sofisticada jamás inventada por el ser humano para la dominación, pero también la fuente más poderosa y segura para su liberación. ¿No hablaba de eso mi novela?