Es un nuevo método para descargar la violencia, citarse los componentes violentos de dos aficiones ¿contrarias? en la ciudad de una de ellas para darse palos hasta matarse si hace falta. Como fatalmente ocurrió ayer en el Manzanares, cuando a un aficionado del Depor le dieron barrazos en la cabeza y lo tiraron al río.
No se sabe bien porqué la Policía, que sabía que varias decenas de miembros del Frente Atlético, el grupo radical del Atlético de Madrid, habían quedado a las siete de la mañana “para desayunar”, no le dio a este hecho importancia. al parecer, eso sí, desconocían la llegada de dos autocares de radicales del Deportivo, entre otras cosas, porque los ultras habían burlado a los agentes variando sus costumbres. Así, a las 8.00 horas comenzaba la batalla que se saldó tan trágicamente con la muerte de Francisco Javier Romero Taboada, alias ‘Jimmy’, hincha del Depor, y con la detención de 21 personas.
Uno de los informadores que los agentes tienen infiltrados entre los radicales confirmó ayer a este periódico que recibió un mensaje el sábado, alrededor de las 21.30 horas, preguntándole qué sabía. Además, un empleado del Atlético de Madrid aseguró a EL MUNDO haber visto un mensaje de Whatsapp de un miembro de la Policía a uno de los mandos relacionados con el fútbol con todos los detalles de la convocatoria, algo que desmienten fuentes de la Policía Nacional. Eso, el Whatsapp, el hecho de que todo se hubiese gestado a través de esa vía, es otra de las disculpas que ofrecían fuentes policiales, que llaman a estas comunicaciones “fuentes cerradas”.
Y es que la macroquedada hasta tenía sus reglas. Estaba pactada para las ocho de la mañana. La explosión de una traca de petardos, que debían poner los ultras gallegos, era la señal del comienzo de la cacería. Estaban permitidos todo tipo de objetos menos armas blancas -cosa que ambos grupos se saltaron, claro-. Y después de toda esta cadena de fallos, sobrevino una batalla campal en la que participaron entre 150 y 200 personas, donde al cierre de esta edición había 21 detenidos y cerca de un centenar de identificados. “Pudimos ver cómo a uno le daban una paliza como para dejarle muerto. Hubo navajazos”, relató un testigo, informa Ray Sánchez. Fue entonces cuando los vecinos llamaron a la Policía. “Nos dijeron que venían dos patrullas. ‘¿Sólo dos?’, respondí, porque hacían falta varias lecheras”, recuerda otro testigo a este periódico. Llegaron cuando todo había acabado. Era tarde.