Me veo soñando en la mesa/ Escribiendo a mano y mi letra/ Y sonando palabras de un ayer;/Y veo en esas horas muertas/ Y el hartazgo de la desdicha. / Nadie puede con la pulsión solitaria/ Que se adentra al escribir./ La mesa de clavos es áspera/ Paciente y minuciosa la grasa la adorna. / El placer supura en lo soportable.
Así escribre Gonzalo Suárez su poesía profunda, honda del ansia que parece habitarlo con más fuerza en los años acumulados. Siente en su poesía la llamada del refugio de la infancia, una nostalgia impuesta por la necesidad del presente que vence a la vida. Ayer no estuvo solo Gonzalo, sino acompañado por más de una veintena de amigos que son muchos para ser poesía, sobre todo poesía íntima sin periódicos ni flashes publicitarios. Poesía para compartir casi en comuna. Lo pasamos bien. Esperamos que usted, si no vino, también, a pesar de que cuentan las crónicas que el Real Madrid jugó mal.