Es el número de la cuenta de Trías, el que ayer salió indignado en rueda de prensa negando que la tuviera, cuenta alguna en Suiza. Seguro que ni lo sabía el caballero pero algún amigo la hizo suya sin que el se diera cuenta. Porque el mundo se ha hecho así, amigos que regalan millones de euros a otros amigos, altruistamente, y sin siquiera darse cuenta el beneficiado de que la tenía.. Trías, trías, que te han pillado, así que no rías, rías más de los demás, por muy pringaos que los consideres.
Bueno y lo de Granados es de escándalo, porque este señor, al igual que a muchos que salen ahora al respecto de su caso les pasará igual, aparecía en los medios de comunicación con la crítica en la boca hacia todo aquel que manejaba deslealmente los dineros públicos. ¡Vaya jeta! Y es que esto no da para más.
Sólo una regeneración brutal a través de la exigencia ciudadana y la expulsión de todo aquel que estuvo cerca del poder corrupto, puede salvar esta sociedad de la caída libre en la que está. Medidas extremas como puede ser el expulsar a todo asesor que se mece en la prebenda por enchufe del cargo político, acabar con toda la trama servilista de subvenciones que no vayan aplicadas a temas sociales de necesidad y a programas totalmente testados en la agricultura, pesca y demás sectores que los necesitan, eso sí, con la duración y meta prevista bien clarita, o finiquitar con medios de comunicación secuestrados por esa subvención perversa que los hace cómplices de esta manera de actuar políticamente, al tiempo que elecciones primarias en todos los partidos y reforma electoral profunda, amés de reforma de la cuestión territorial para acabar con las taifas cuevas de ladrones y tanto paniaguado suelto que vive de ellas, así acabar también con un Senado de la vida padre, etc.
Y, por supuesto, adelante con una ciudadanía crítica más allá de la indignación puntual ante la noticia de escándalo pero que solo dura lo que dura – dura y que está más pendiente de acercarse a ese sol que calienta el poder, y conlleva también corrupción. Desastre, ¡puñetero desastre humano!.