No paran de sucederse las noticias que afectan a los políticos. Ya sabemos que antes que políticos fueron ciudadanos normales. Pero algo tiene el poder que los vuelve menos cívicos a muchos de ellos. Y es que lo de hoy es de traca, con el repeinado del PP madrileño saltando a la palestra como corrupto después de haberse hartado de predicar en televisiones sobre lo moral y justo que debiera ser el mundo. Menuda cara el tío.
Salvando las distancias, no sólo de espacio sino de legalidades, pues aquí no hay eso mismo que criticamos arriba, o al menos que se sepa porque desconfiar hay que desconfiar visto el panorama público, nos encontramos con otros hechos en Ourense que a algunos nos parecen tan simples tomando el pelo que nos sentimos estúpidos por permitirlo. Así que por lo menos lo denunciamos abiertamente para sonrojo de los que les quede algo de verguenza.
El caso es que la semana pasada pudimos leer varias noticias concatenadas por sus protagonistas. El martes era Alejandro Rubín de Expourense quien entregaba a Manuel Baltar en su condición de presidente de la Diputación una medalla de Termatalia Argentina por su apoyo; el día siguiente, era Baltar quien recibía en su despacho a la Federación Limiar, con Carnero representandola, y otras Asociaciones de vecinos de la provincia para comunicarles la ayuda mayor que este año la Diputación les daría (¿será por ser año electoral?; desde luego); y al otro día era la Federación Limiar con Carnero al frente quien premiaba en un acto público en el Teatro Principal, entre otros, al presidente de Expourense, Alejandro Rubín. O sea, en la misma semana pudimos apreciar el triángulo mágico de ayudas y condecoraciones entre tres personajes que se reparten méritos entre ellos a costa del erario público. Sí, insisto, ésto no es corrupción pero se aproxima peligrosamente. Y es intolerable, porque hay demasiada necesidad para que algunos jueguen a ser importantes y salir en prensa agotando nuestros recursos.