Los consejeros que participan en el estudio publicado por la CNMV hacen críticas a diferentes aspectos sobre la forma en la que se gestionó la crisis. Una de las quejas es un reconocimiento tardío de los problemas. “Si hubiésemos mirado las cosas con tanto cuidado antes como ahora, la intensidad de la crisis sería mucho menor de lo que es hoy”, dice un consejero. “Los que nos trajeron aquí no nos puedes guiar fuera de esta situación”, explica un ejecutivo.
Miedo a la toma de decisiones. “Cuando las cosas van bien, no hay discusión […] Queremos ponernos de perfil con el riesgo, pero no podemos hacer eso porque supone eludir la responsabilidad y, en jerga política, significa quedarse fuera de la foto. Entonces, para evitar el riesgo, generamos un lío con la colaboración de consultores y auditores. Creamos mayor complejidad para reducir riesgos. Más costes. Se pierden oportunidades y pueden surgir errores”, admite un directivo.
Ausencia de estímulos para la independencia. “Históricamente cuando alguien es nombrado consejero había llegado, como suele decirse. La única preocupación posterior era mantenerse en el consejo, no importaba cómo. Gratitud eterna al que decidió la nominación, auto-defensa de su posición y decir sí al jefe”, describe cáusticamente un administrador.
Falta de transparencia. “Algunos ejecutivos importantes han traicionado a sus accionistas diciendo que estaban reduciendo sus cláusulas de indemnización. Pero al tiempo, estaban inflando su compensación a largo plazo vía fondos o compensaciones diferidas”, señala un experto.