NUNCA se atuvo el arte a las estrictas leyes del mercado, pero quizá no se haya sometido nunca a ellas, ni siquiera proporcionalmente, en medida equiparable a la actual. Menos ahora, cuando el mercado es libre y así nos va.
Los ministerios de Cultura, con ellos, a la par de ellos, las consellerías de Cultura –no tantas como hay, pero sí tantas como hechos diferenciales existen– aunque no tuviesen otra razón de ser que no fuese la de la promoción y sostenimiento de las actividades propias de la experimentación y de lo que se conoció como vanguardias –cuando hoy, es decir, las actuales, no son reconocibles ni siquiera en las que las parieron, las de antaño, tan academicistas se han vuelto, tan reaccionarias concluyeron por ser–, los ministerios de cultura, les decía, existen y deberán seguir existiendo. Más aun en un espacio geográfico como el español que no les voy a explicar ahora a ustedes cuál es.
Esa promoción y ese sostenimiento exigen, cómo no, el método de la subvención. Pero nunca más el seguido hasta ahora. A esos setecientos mil ejemplares de una editorial, hay que sumarles los cientos de miles de las otras dos, los que aludíamos el pasado 13 de este mes que se nos va, y los dos millones y medio que dejó Fraga en el momento de ceder el poder. ¿Se quiere mayor y mejor ejemplo de lo inconveniente de las subvenciones entendidas y aplicadas como se hicieron?
Se ha hecho todo de la peor manera que se hubiera podido hacer. Y se ha hecho sin remedio. La presión en ese sentido procedió durante el pasado tercio de siglo de los sectores más interesados en que se consiguiese crear la industria del libro con la que hoy, después de tanto despilfarro, no contamos. Cuando alguien, en puesto idóneo para enderezar las cosas, quiso hacerlo, lo que consiguió fue la oposición de ese sector. Sé de lo que hablo, como comprenderán.
¿Qué ha sucedido con el cine? En Galicia hubo años en que se rodaron más y mejores películas que en estados como el danés, por ponerles un ejemplo. ¿Tienen los daneses una industria cinematográfica? Sí, la tienen. ¿La tenemos nosotros? No. ¿Cuántos millones de euros se llevan dedicado al cine en Galicia? Esa es la cuestión, tenemos grandes actores, exportamos actores. Tenemos algunos grandes escritores internacionalmente traducidos. Contamos con grandes pintores, prácticamente desconocidos, después de haber malbaratado aquella ley llamada del 1%, que no voy a recordar en qué consistía. Hemos dilapidado millones y millones de euros en subvenciones mal dirigidas y peor empleadas, en contenedores culturales faraónicos, pero lo que no hemos conseguido es que los creadores artísticos, los artistas, sean de la orden que sean, vivan de su labor creativa. Algo falla porque, en cambio, sí viven (con toda dignidad) miles de funcionarios culturales.