Ourense, un lugar para las mariposas
Ante los amores contrariados, como dijera García Márquez, los acontecimientos que alejaron a Lula de su pueblo tomaron rienda de su vida y le fueron arrinconando en lugares y oficios varios. Pero la carretera final lo llevó hasta Ourense donde, instintivamente, fue “equilibrando la vida con el pensamiento”: la naturaleza de su madre África que inunda el continente y la belleza de su madre India que apacigua el contenido; y en ello, sus variados genes, radicaba su fuerza.
Una vez que el tiempo traducido en primavera, otoño, invierno y verano, transitó pausadamente, él se perdió entre recodos generosos y regatos empobrecidos; entonces comprendió que la idea de paz era algo más que una palabra, y que a través del aire en movimiento le iban llegando insinuantes colores que, en pequeños estallidos, dibujaban una realidad llena de matices. Pero continuó. No miró atrás ni a los lados ni de frente. Sólo aquella pantalla empecinada en enseñarle los confines del alma, llamó su atención. Al llegar a su destino se dio cuenta de su acompañada soledad. Apagó las luces, quitó las llaves del contacto, y permaneció un largo rato sentado frente al parabrisas de su coche. Añadidos a él millones de amorfas partículas, a veces negras, blancas, otras amarillas y muchas de ningún color le aportaron dominio sobre su propia sensibilidad. Y, como las mariposas, dejó de volar.
• Un hombre particular
Particular es un adjetivo cuya definición, por la Academia de la lengua española, quiero apropiarme para ir desgajando, no las virtudes, sino la esencia de una persona a la que veo con la perspectiva que da la libertad no concertada: Augusto Valencia. “Propio y privativo de una cosa, o que le pertenece con singularidad. Especial, extraordinario, o pocas veces visto. Singular o individual, como contrapuesto a universal o general. Dícese de lo privado, de lo que no es de propiedad o uso públicos” Pero este adjetivo también puede actuar como Sustantivo, entonces se traduce, “en las comunidades y repúblicas, del que no tiene título o empleo que lo distinga de los demás”.
Y, efectivamente, él no tiene título o empleo que lo distinga de los demás pero tiene la singularidad de los hombres enervados por tranquilos y tranquilos por nerviosos, que a la par, no es lo mismo. Aunque, a veces, podamos confundirlos o utilizarlos como adjetivos y/o sustantivos para su república particular. Este gran lector de Chaquespeare que así, estoy segura, vocaliza por mor del respeto a su lengua, en su juventud permaneció en el mundo de los acostados, como diría Caballero Bonald de los usos y costumbre familiares, quizás no por obligación requerida o querida de mutuo propio, como sé, que también él lo diría, si no por imposición de esas enfermedades que se generalizan cuando a algún general le da por imponer su orden establecido, por y para los demás; es decir, en los tiempos del cólera.
Y de esta manera el cólera filosófico se fue acomodando en sus neuronas de una forma educada, pausada, brillando con su propia luz y la que emite cuando él la adecua a sus pensamientos; cuando él la interpone entre palabras necias e ignorancias generacionales que convienen porque se adaptan al establecido orden. Este mismo hombre ourensano, que estuvo en la cárcel, por conjugar la palabra libertad, y que jugando entonó el espléndido menú de ese hotel Palace donde pernoctaba muy a su pesar, recibió a los que fueron a visitarlo, entre ellos los dos Julio de sus andanzas, Vázquez Gimeno y Losada, quedando, más uno que otro, desconcertados cuando no encontraron el ambiente propicio de llanto y espanto, que alimentara el pesimismo habitual del momento. Y así, este mismo hombre que vemos paseando con su elegante curvatura debajo de una chaqueta gris o verde o azul, que jamás lo vi de claro, quizás porque perdura en él la depresión que le acechó cuando cerraron el café Miño, transita por las tertulias del Ateneo y del Liceo; y de vez en cuando lo encuentro mirando hacia el suelo de cualquier calle de Ourense como buscando algo que ha perdido, como siguiendo el rastro de una aroma que lleva encima, la esencia de la libertad.