EL SERMÓN DEL ESTIÉRCOL
A veces, antes, podía estudiar prestando una evangelista atención al laberinto de los detalles, pensar junto a descocadas y rubiáceas geómetras, ver corazones de mujeres como el burgués adora sus relojes. Me reconcentraba una hora seguida en una amarilla flor de toxo, quieto permanecía al lado de abedules lejos del alcance del hombre. Mi mente creaba nuevas y completas estructuras de significado, conexiones entre ellas, y nuevas ideas a partir de esas conexiones. Escribía mejor,